Biografía de Maria Remedios del Valle
María Remedios del Valle
Nacida en 1766 y 1767, en la Ciudad de Buenos Aires, entonces capital de la provincia o gobernación del Rio de la Plata, en el Virreinato del Perú, era parda, según el sistema colonial de castas. Durante la Segunda Invasión al Rio de la Plata, María Remedios del Valle auxilió al Tercio de Andaluces, uno de los cuerpos milicianos que defendieron con éxito la ciudad. Según el parte del comandante de ese cuerpo, «Durante la campaña de Barracas, asistió y guardó las mochilas para aligerar su marcha a los Corrales de Miserere».
Al producirse la revolución del 25 de Mayo de 1810 y organizarse la primera expedición auxiliadora al Alto Perú, conformando lo que luego se denominaría Ejercito del Norte, el 6 de julio de 1810, María Remedios del Valle se incorporó a la marcha de la 6.ª Compañía de artillería volante del Regimiento de Artillería del Perú al mando del capitán Bernardo Joaquín de Anzoátegui, acompañando a su marido y sus dos hijos (uno adoptivo), quienes no sobrevivirían a la campaña.
María Remedios del Valle continuó sirviendo como auxiliar durante el exitoso avance sobre el Alto Perú, en la derrota de Huaqui y en la retirada que siguió.
En vísperas de la Batalla de Tucumán se presentó ante el general Manuel Belgrano para solicitarle que le permitiera atender a los heridos en las primeras líneas de combate. Belgrano, reacio por razones de disciplina a la presencia de mujeres entre sus tropas, le negó el permiso, pero al iniciarse la lucha, Del Valle llegó al frente alentando y asistiendo a los soldados quienes comenzaron a llamarla la «Madre de la Patria». Tras la decisiva victoria, Belgrano la nombró capitana de su ejército.
Estuvo a punto de ser fusilada y fue torturada por los españoles. En 1813 fue tomada prisionera y la sometieron a azotes públicos durante nueve días, que le dejaron cicatrices para el resto de su vida. Con valentía, pudo escapar de sus captores para volver a los campos de batalla. Terminada la guerra, María Remedios del Valle volvió a Buenos Aires. Vivió en un rancho en las afueras de la ciudad, y frecuentaba los atrios de las iglesias vendiendo pasteles, tortas fritas y recogiendo sobras en los conventos. A mediados de la década de 1820, el general Juan José Viamonte la reconoció pidiendo limosna. Una vez elegido diputado, solicitó ante la Sala de Representantes, otorgarle a María Remedios una pensión por los servicios prestados a la patria. Murió el 8 de noviembre de 1847 sin haber recibido en vida el reconocimiento por su colaboración en la Guerras por la Independencia.
Pasaron casi doscientos años hasta que en 2013, se aprobó, en su memoria, la Ley Nro. 26.852, que conmemora el Día Nacional de los/as afro argentinos/as y de la cultura afro. La sanción se dio en el marco del reconocimiento a la comunidad afro argentina y a la cultura afro, como un modo de lucha contra la estigmatización y el racismo. Un hito histórico en el camino de la visibilidad de los aportes de la comunidad afro en la construcción de la Argentina.
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